El viernes pasado los estudiantes de Hablamos visitaron el museo Sorolla. Como en otras ocasiones, le hemos pedido a uno de nuestros estudiantes de A2 que nos explicase cómo fue su experiencia. Esto (con un poco de ayuda de su profesor) es lo que nos ha contado.

El viernes pasado visitamos el Museo Sorolla en Madrid

Antes de la visita, fui a comer con algunos compañeros de clase. Fuimos a un bar cerca de la escuela para probar el bocadillo de calamares.  Nunca lo había comido, con mayonesa está rico, pero creo que sin salsa sólo les gusta a los madrileños de verdad… ¡como a mi profe Begoña!

Después de comer, fuimos juntos hasta el museo. Fue una buena idea ir en grupo porque algunos estudiantes eran nuevos en Madrid y no sabían cómo tomar el metro.

En la puerta del museo nos esperó Fran, el profe de historia de la escuela. Había una cola muy grande para entrar en el museo. Lo primero que nos llamó la atención fue que el museo no es un museo, ¡es una casa! Fran nos contó que fue la casa del pintor en Madrid.

Entramos al museo por el jardín. El jardín era precioso y nos hicimos millones de fotos. Tiene una fuente, limoneros, flores, y algunas estatuas que el pintor compró en sus viajes. Creo que el jardín es una de mis cosas favoritas del museo.

Hablamos en el Museo Sorolla

Dentro del museo podíamos ver muchos de los cuadros y las fotos de Sorolla y también los muebles, libros y otras cosas del pintor. Por ejemplo, en su estudio todavía estaban los pinceles y paletas llenos de pintura o las cosas que usaba para decorar los cuadros. ¡Encontramos la misma jarra en el estudio y en uno de sus cuadros!

Las pinturas me parecieron muy alegres y con mucha luz. Sorolla pintó mucho a las personas de su familia y también escenas en la playa.

Después de la visita, Fran nos preguntó cuál había sido nuestro cuadro favorito. A mí me gustó mucho un cuadro con un niño en la playa bañando a su caballo. De cerca se veían las marcas del pincel de muchos colores: azul, amarillo, verde… ¡pero de lejos podías ver al niño mojado! A mi amiga le gustó más uno que se llamaba “La Siesta” y a otros compañeros “Madre”. Aquí el pintor pintó a su mujer y a su hija (o hijo, no recuerdo bien) en la cama. Todo el cuadro es de color blanco y solo se ven las cabezas, pero es muy tranquilo y cómodo.

Me ha gustado mucho visitar el museo Sorolla. Cuando mis padres vengan a Madrid voy a llevarles aquí. También me gustó poder conocer a los nuevos estudiantes. Todos nos hicimos muchas fotos y luego cambiamos teléfonos para ir juntos a la próxima actividad de la escuela.

¡Muchas gracias por tu reseña J.! Espero que las próximas actividades culturales de Hablamos te gusten tanto.

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